Los cines de barrio que sobrevivieron (y cómo puedes ayudarlos)
Hubo un tiempo en que ir al cine no implicaba cruzar la ciudad ni entrar a un centro comercial. Cada colonia tenía su sala: marquesina encendida, dulcería modesta y una programación que dialogaba con el barrio. La llegada de los complejos multiplex, el streaming y la transformación del consumo cultural borraron a la mayoría de esos espacios. Sin embargo, algunos cines de barrio no desaparecieron: mutaron, resistieron o encontraron nichos inesperados para sobrevivir. Su existencia hoy es más que nostalgia; es una lección sobre adaptación urbana y diversidad cultural.
El Cine Teresa, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es quizá el ejemplo más extremo y honesto de esa supervivencia. Inaugurado en 1942 como una sala popular de gran aforo, fue durante décadas un cine tradicional. Cuando ese modelo dejó de ser viable, el Teresa no cerró: se reconvirtió en cine para adultos. Esa decisión —incómoda para algunos, pero efectiva— permitió que el edificio siguiera funcionando como cine, conservando su arquitectura, su lógica de sala colectiva y su relación con el entorno. Hoy, más allá del tipo de programación, el Cine Teresa es un recordatorio de que la supervivencia cultural no siempre es romántica, pero sí profundamente real: adaptarse o desaparecer.
En otros puntos de la ciudad, la resistencia tomó caminos distintos. Cines de barrio más pequeños optaron por la especialización: cine de arte, ciclos temáticos, funciones únicas, retrospectivas imposibles de encontrar en plataformas digitales. Estas salas entendieron que no podían competir en cantidad, pero sí en curaduría. Programar se volvió un acto editorial: elegir películas con contexto, presentarlas con charlas, invitar a directores, generar comunidad. Así, el cine dejó de ser solo proyección para convertirse en experiencia compartida.
Lo que une a estos espacios no es el tamaño ni el tipo de películas, sino su relación con el barrio. Son lugares donde el público habitual se reconoce, donde el personal conoce a los asistentes frecuentes y donde la función no termina cuando se encienden las luces. En un ecosistema dominado por algoritmos, los cines de barrio ofrecen algo radical: una mirada humana sobre qué vale la pena ver.
Ayudar a que estos cines sobrevivan no requiere grandes gestos, sino hábitos conscientes. Asistir a funciones en horarios poco populares tiene más impacto del que parece. Hablar de ellos, recomendarlos y tratarlos como espacios culturales —no solo como salas de proyección— amplía su alcance. Participar en ciclos especiales, aceptar que no todas las películas serán cómodas o conocidas, y entender que el boleto no solo paga una película, sino la renta, el mantenimiento y la permanencia de un espacio físico en la ciudad.
También implica cambiar la lógica del consumo. En lugar de preguntarse “¿está en streaming?”, vale la pena preguntarse “¿dónde se ve mejor y con quién?”. Los cines de barrio sobreviven cuando se vuelven parte de la rutina urbana: una función después del trabajo, una matiné de fin de semana, una excusa para caminar la colonia.
En una ciudad que cambia de rostro constantemente, estos cines son anclas. El Cine Teresa, con toda su complejidad, y las salas independientes que apuestan por la curaduría, nos recuerdan que el cine no siempre fue desechable ni solitario. Sobrevivieron porque encontraron una función en el presente. Ayudarlos es, en el fondo, decidir qué tipo de vida cultural queremos que siga teniendo la ciudad.
Archivos
Categorías
- Ambiente
- Animales
- Cámara de Diputados
- Cámara de Senadores
- CDMX
- Ciencia
- Ciencia y Tecnología
- Cine
- clima
- Columnas
- Cultura
- Cultural
- Deportes
- Economía
- Educación
- Entretenimiento
- Espectaculos
- Estados
- Estilo
- Estilo De Vida
- Experiencia gourmet
- Fotografía
- Hogar
- ine
- Interesante
- Internacional
- Internacionales
- Legislativo
- medio ambiente
- Nación
- Nacional
- Nacionales
- Negocios
- Politica
- Principal
- Principales
- PRINCIPIAL
- Prinipal
- Salud
- Salud y Belleza
- Seguridad
- Tecnología
- Tradición
- Transporte
- Turismo
- Uncategorized

Deja una respuesta