
El planeta tira un tercio de su comida: el alarmante costo ambiental y social del desperdicio de alimentos
Un nuevo análisis publicado en la revista Nature ha puesto cifras contundentes a uno de los problemas más invisibles pero devastadores de nuestro tiempo: más de un tercio de los alimentos producidos en el planeta nunca llegan a ser consumidos. Este desperdicio ocurre en todas las etapas de la cadena alimentaria, desde la cosecha y el transporte hasta los mercados y hogares, y supone una pérdida monumental de recursos como tierra, agua y energía, con graves consecuencias para el clima, los ecosistemas y la economía global.
El estudio, elaborado por 21 expertos internacionales, calculó que alrededor del 14 % de la superficie destinada a la agricultura se pierde durante la cosecha, y un 19 % adicional se desperdicia en mercados y hogares. En total, esto equivale a 18,6 millones de kilómetros cuadrados de tierra cultivable —más que toda la extensión de Rusia— y a pérdidas económicas de miles de millones de dólares cada año. La producción de alimentos por sí sola es responsable de casi el 21 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, lo que convierte al desperdicio en un factor crítico para el cambio climático.
La investigación advierte que las prácticas agrícolas intensivas, la deforestación y la sobreexplotación están degradando los suelos, contaminando el agua y eliminando ecosistemas esenciales. Esto no solo amenaza la biodiversidad, sino que también aumenta el riesgo de inseguridad alimentaria, migraciones forzadas y conflictos por recursos. Las regiones más vulnerables son aquellas que dependen de la agricultura para subsistir, en especial los pequeños productores, quienes representan el 90 % de las 608 millones de granjas existentes en el mundo.
El desperdicio de alimentos ocurre de dos formas principales: en la etapa de producción y logística, cuando los alimentos se pierden por daños, pudrición o falta de almacenamiento adecuado, y en la etapa doméstica, cuando los productos que llegan a nuestras despensas terminan caducando o se desechan por exceso de compra. En ambos casos, el resultado es el mismo: comida que nunca alimenta a nadie.
Entre las soluciones que proponen los expertos está la recuperación del 30 % de las tierras degradadas para 2030 y del 50 % para 2050, junto con la reducción del desperdicio en un 75 %. Esto permitiría salvar más de 13 millones de kilómetros cuadrados de tierras agrícolas. Las estrategias incluyen evitar la sobreproducción, incentivar donaciones y ventas con descuento, invertir en sistemas de almacenamiento y transporte eficientes, y lanzar campañas educativas para que los consumidores compren y conserven solo lo necesario.
Además, el cambio hacia dietas más sostenibles podría liberar millones de hectáreas y reducir las emisiones. Sustituir parte del consumo de carne roja producida de manera insostenible por proteínas marinas, como algas y mariscos, no solo ahorraría espacio y agua, sino que también ayudaría a capturar carbono atmosférico.
El informe concluye que el desperdicio de alimentos no es únicamente un problema de recursos; es un reto ambiental, económico y social que requiere acción inmediata. Cada decisión, desde el campo hasta la mesa, tiene un impacto directo en el planeta. Actuar hoy es fundamental para garantizar un sistema alimentario justo y sostenible para las próximas generaciones.
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